El Amor al Aprendizaje: La Clave para Perfeccionar Cualquier Habilidad

Toda habilidad que deseamos desarrollar y perfeccionar requiere de la práctica disciplinada de todos los aspectos que la componen.

Desde el principio de nuestras vidas, o quizás incluso antes, según algunas teorías, nuestro cerebro comienza a captar estímulos del entorno que se convierten en experiencias y, por ende, en aprendizaje. La capacidad de este órgano para acumular información es incalculable, pero no toda la información que obtiene del entorno es comprendida o procesada para su uso adecuado.

De los padres aprendemos el valor del amor y también del castigo, con lo cual vamos formando el carácter y la personalidad. Va a depender de cómo comprendemos la intención de esos mensajes de amor y castigo, el poder sacarles provecho o no, y si los utilizamos a favor o en contra de nosotros mismos.

De la escuela aprendemos a utilizar la información plasmada por otras personas en los libros, con la cual se ha construido y destruido nuestro mundo. También se aprenden valores y anti-valores, pero lo más importante es si nuestros maestros y maestras nos han permitido obtener esa información de manera que no solo nos sea útil, sino que el proceso de aprendizaje nos haya dejado una grata experiencia.

De las gratas experiencias quedan recuerdos placenteros que asociamos con bienestar, amor y felicidad. De las experiencias no tan gratas solo queda el sabor amargo de un mal recuerdo, que generalmente asociamos con malestar y amargura. Es por ello que, cuando volvemos a ver a un maestro o maestra que nos dejó un buen recuerdo de amor y aprendizaje, nos emocionamos y queremos darle un abrazo. Lo contrario ocurre cuando vemos a un profesor o profesora que nos amargó la vida, para simplemente vernos sufrir; a esos solo queremos evadirlos, y si los saludamos, lo hacemos por educación, no por aprecio.

En fin, el aprender tiene sus dos caras, la buena y la mala, pero eso no es tan importante como haber comprendido correctamente lo que se nos enseñó y, por ende, ser capaces de tomar mejores decisiones que nos permitan crecer positivamente, tomar decisiones acertadas y hacer nuestro trabajo de manera óptima.

Existen metodologías de pensamiento y aprendizaje que nos permiten un mejor aprovechamiento del conocimiento y la experiencia, generando hábitos que nos acercan más a su uso adecuado. Estas metodologías están comprobadas tanto científica como empíricamente y se han aplicado exitosamente en programas educativos alrededor del mundo.

En esta oportunidad, nos enfocaremos en las teorías de tres expertos en educación: la Sra. Margarita Sánchez, especialista en el desarrollo de las habilidades del pensamiento y el aprendizaje; el Sr. Edward De Bono, especialista en metodologías del pensamiento creativo y productivo, y en cómo aprender a pensar; y el Sr. Bob Samples y sus investigaciones sobre la mente metafórica.

Primera y segunda etapa: Observación y Procesamiento de la Información

El pensamiento es un fenómeno que aún no puede explicarse completamente. Biológicamente, se atribuye a la conexión entre las neuronas dentro del cerebro y su interacción durante dicho proceso. Pero el pensamiento requiere de la búsqueda de la información almacenada en el cerebro y su comparación con el estímulo que origina dicho pensamiento. La experiencia se mezcla con los recuerdos, y es allí donde todo se complica, porque hay mucho de lo que ocurre en ese momento que aún no comprendemos por completo.

Sin embargo, ese no es el tema que nos ocupa en este caso. Lo que nos interesa es aprender a procesar correctamente la información que recibimos para luego aplicarla de tal manera que se nos haga cada vez más fácil aprender. Y, finalmente, utilizar mejor los conocimientos adquiridos mediante el aprendizaje.

A aquellos de nosotros que nos gusta estudiar y aprender, nos catalogan como “nerds” o “cerebritos”. Esto puede ser incómodo durante la infancia, pero los beneficios a futuro superan cualquier vergüenza que hayamos sentido de niños. Las emociones y los sentimientos son una parte muy importante del proceso. Si hacemos caso omiso a las burlas infantiles y utilizamos todas nuestras emociones en favor del aprendizaje, habremos valido la pena.

Querer aprender a temprana edad no es cosa fácil, pero el esfuerzo vale la pena.

Somos seres racionales y emocionales. Al final, todo es un poco lo mismo; el proceso dentro del cerebro es, en esencia, igual para lo racional y para lo emocional. Sin embargo, el pensamiento racional tiende a evitar, en lo posible, las emociones, es decir, las reacciones instintivas y hormonales abruptas que no pasan por un análisis. Dicho esto, es muy importante entender que ambos aspectos —racional (analítico) y emocional (hormonal)— son igual de importantes y positivos para el aprendizaje y la toma de decisiones.

El pensamiento racional es en gran parte metódico; es decir, pasa por un proceso de análisis de los posibles factores influyentes, y es, además, consciente, es decir, se realiza de manera que estamos al tanto de ello. El pensamiento emocional, en cambio, es menos consciente, es instintivo y no pasa por el meticuloso proceso del análisis. En ambos casos, se atraviesa por dos procesos importantes: primero, la observación, que nos permite recibir información a través de todos los sentidos y de manera instintiva; y segundo, el procesamiento racional y analítico de la información recibida a través de la observación.

Ver la figura 1.

Figura 1. Observación y Procesamiento de la Información

El primer paso no requiere mayor esfuerzo, excepto el de prestar atención. El segundo paso sí requiere comparar, relacionar, clasificar, describir y verificar la información para que sea de utilidad correcta. Es importante ejercitar el procesamiento de la información de manera metódica, escribiendo detalladamente lo que aparece en cada actividad del pensamiento, desde la comparación hasta la verificación. Si es posible, anota cada detalle utilizando papel y lápiz, la computadora o el celular, según lo que te resulte más cómodo.

Prestar atención y procesar la información es algo tanto racional como emocional

Tercera etapa: PNI y CTF (Evaluación y Análisis de la Información)

El considerar todos los factores y evaluar lo positivo, negativo e interesante de cada caso dependerá del éxito o fracaso de las decisiones que tomemos al aplicar las habilidades del pensamiento y el aprendizaje, lo que también podemos llamar “conocimiento”.

Aunque no podemos prever el cien por ciento de las posibilidades, esta metodología permite minimizar el riesgo de fracaso en las decisiones que tomemos y desarrollar un hábito de pensamiento y análisis verdaderamente positivo.

Considerar todos los factores implica el uso racional y lógico de nuestro pensamiento, lo que se conoce como pensamiento convergente, y busca evitar la influencia del instinto. Lo ideal es enumerar tantos factores influyentes como sea posible, para tener una visión lo más clara y objetiva de la situación, de manera imparcial y sin consideraciones personales. Evaluar los aspectos positivos, negativos e interesantes de la situación nos permite hacer uso de nuestro pensamiento divergente o lateral, en el que se involucran las preferencias personales y las sensaciones emocionales respecto a lo evaluado.

Lo anterior constituye un análisis profundo que nos permite evaluar detallada, racional y emocionalmente la situación, el problema o asunto sobre el cual tomaremos una decisión o ejecutaremos una tarea.

Figura 2. PNI y CTF (Evaluación y Análisis de la Información)

Cuarta etapa: Desarrollo de las habilidades del pensamiento

Toda habilidad que se desee desarrollar y perfeccionar requiere de la práctica disciplinada de todos los aspectos implicados en la misma.

La puesta en práctica de las primeras tres etapas nos permitirá desarrollar la habilidad de hacer lo mejor en cada situación que requiera tomar una o varias decisiones, o en la ejecución de una actividad, proceso o tarea. El desarrollo de esta habilidad, con el tiempo, se transformará en un hábito de pensamiento que eventualmente se convertirá en una rutina instintiva, que no requerirá mayor esfuerzo.

Lo más interesante es que llega un momento en que no podremos hacerlo de otra manera, porque se habrá internalizado como un hábito de vida. Llegaremos a disfrutar del proceso, hasta el punto de amarlo, ya que los resultados positivos serán la recompensa de dicho hábito.

La maestría de una habilidad tiene resultados positivos a futuro

Quinta Etapa: La acción (Trabajar y Jugar)

Las primeras y segundas etapas ejercen una influencia importante sobre la tercera, el análisis, que a su vez tendrá un impacto determinante en la quinta etapa: la acción. La cuarta etapa requiere del perfeccionamiento de las primeras tres y, de igual forma, es fundamental para los resultados de la quinta etapa. Es decir, todo el proceso es crucial para que los resultados sean óptimos.

Una vez tomada la decisión, tras el análisis profundo realizado, llega el momento de la acción. Pasamos a la parte productiva, donde se ejecuta el proceso, se aplica un procedimiento, se produce o se crea cualquier cosa.

Durante esta etapa, estaremos aplicando de manera habitual todas las etapas anteriores y aprendiendo constantemente, ya que siempre realizaremos un análisis de todo lo que ello implique, sin que esto nos incomode o canse, porque se volverá prácticamente involuntario.

Los resultados serán la recompensa.

Los expertos recomiendan una acción consciente e instintiva, alternando entre el trabajo y el juego, para que nuestro pensamiento fluya creativamente hacia la solución de los problemas y nos permita una mayor productividad.

Todo esto resulta en el amor por el aprendizaje y en un pensamiento productivo, constructivo, creativo y pertinente, que genera bienestar y satisfacción.

Figura 3. La acción (Trabajar y Jugar)

REFERENCIAS:

Samples, B. (1976). La mente metafórica. Addison Wesley Publishing Company.

Margarita (1991). Desarrollo de habilidades del pensamiento. Editorial Trillas Sa de Cv.

Edward De Bono (2010). El curso de pensamiento de De Bono. Harlow: Bbc Active.

Fotografía de portada: Fernando Hernández

Amor Al Trabajo

Sobre lo maravilloso que es amar lo que haces, hacer lo que amas, generar ingresos y disfrutar de tu estilo de vida.

El amor al trabajo se fomenta y se enseña desde edades tempranas, y esto ocurre principalmente mediante el ejemplo.

La persona joven que percibe el amor al trabajo en su entorno cercano crecerá con la idea de que el trabajo es una actividad agradable. Por lo tanto, buscará la manera de que sus ingresos sean producto de actividades que sean a la vez agradables y gratificantes, que generen dinero, orgullo y satisfacción.

En mi caso particular, he tenido mucha suerte con respecto a cómo me siento sobre lo que hago para vivir, y sobre mi trayectoria personal desde que recibí mi primer pago por realizar una tarea laboral.

Quiero, antes de sumergirme de lleno en el tema, aclarar que no todos corremos con la misma suerte, y que el proceso puede ser diferente para cada persona. Al igual que muchos, no siempre ha sido un camino de rosas. También he tenido que enfrentar situaciones laborales que no fueron precisamente agradables. Sin embargo, lo importante es aprender de esas experiencias, comprendernos a nosotros mismos, estar claros con lo que deseamos hacer para vivir y siempre buscar la manera de trabajar sintiéndonos felices con lo que hacemos. Es fundamental entender que los fines no justifican los medios y que todo debe hacerse dentro del marco legal, buscando no solo beneficios personales, sino también sociales.

Comencé a entender el valor del dinero cuando tenía entre 8 y 10 años, por diferentes razones. A los 8 años, mi hermana Esther y yo, quienes jugábamos juntos casi siempre debido a que somos contemporáneos y de caracteres muy parecidos, vivíamos en una sociedad con costumbres diferentes a las latinoamericanas, especialmente en cuanto a jugar en la calle y hacer mucho ruido. Establecimos como nuestro centro de juegos el garaje de la casa, que en esos países generalmente está separado de la vivienda. Este espacio es ideal para jugar, ya que es grande, cálido y techado. Allí pasábamos horas buscando alternativas para divertirnos. Dibujábamos juegos con tiza en el piso, teníamos juguetes y dulces, y nuestra madre nos traía bebidas mientras jugábamos.

El garaje era visible desde la calle, y los niños del vecindario comenzaron a acercarse e integrarse a nuestras actividades. El verano nos favoreció enormemente, ya que durante las vacaciones de la escuela podían estar con nosotros entre 5 y 10 niños del vecindario. Al ver que la situación crecía y los niños llegaban a jugar todos los días, mi hermana y yo decidimos formar «El Club de Juegos» y cobrábamos 10 centavos la entrada para poder comprar dulces y bebidas para todos. Aunque nuestra principal intención era divertirnos, pude comprender que a las personas no les importaba pagar por divertirse.

Mi hermana Esther y yo en la época del «Club de Juegos»

A los 10 años, durante los estudios de mi padre, y debido a las actividades que realizaba, que consistían en el análisis estadístico de datos, él imprimía mucha información que organizaba en carpetas. Siempre era una gran cantidad de hojas que debían ordenarse correlativamente y en secuencia numérica. El tiempo de mi padre era limitado, ya que trabajaba muchas horas en el análisis, así que alguien debía ayudarlo a organizar los resultados impresos, agujereando las hojas e insertándolas ordenadamente en las carpetas. Estamos hablando de cientos de hojas que había que agujerear con el «sacabocados» e insertarlas en pequeños grupos hasta llenar el grosor de las carpetas. Mi padre me pagaba un dólar por cada carpeta completada, y para un niño de 10 años, eso significaba muchos chocolates.

Un día compré un juego que me costó ocho dólares y luego se lo vendí a un amigo por diez dólares. Era un juego electrónico de béisbol portátil. Me pareció increíble que me lo compraran por más dinero del que pagué por él, y comprendí la relación precio-valor.

En fin, mi relación temprana con el dinero estaba ligada a cosas que me hacían feliz. Es decir, el trabajo me divertía. Quizá por esa razón, ya de adulto, siempre rechacé aquellos trabajos que me amargaban la vida, y si los hacía, no duraba mucho tiempo en ellos. Lo mismo sucedía con rodearme de personas «negativas» en el trabajo, siempre lo evitaba.

Durante mi adolescencia, mis hermanos mayores trabajaban con electricidad y electrónica. De Alfredo aprendí a trabajar con electricidad y a comprender los principios fundamentales de trabajar con ella de manera correcta, ya que en ocasiones le servía de ayudante y él me explicaba mientras yo lo observaba trabajar. De Guillermo aprendí sobre computación, computadoras, redes, cableados e instalaciones domésticas y comerciales. Servirles de ayudante a mis hermanos me abrió los ojos a lo importante que es hacer las cosas cuidadosamente y concentrarse en las tareas, ya que de lo contrario podrían traer consecuencias lamentables.

Durante las vacaciones, antes de entrar a la universidad, diseñé logotipos para amigos del vecindario que comenzaban sus empresas. Una era una clínica de salud, la Clínica Cedeño, y la otra era un gimnasio, Neptuno, al cual también le creé el eslogan: «Neptuno, el gimnasio número uno». Esa creatividad me llevó a mi primer trabajo formal.

Mi tía Aura, propietaria de una agencia de publicidad, me abrió las puertas de su casa para que viviera allí y trabajara con ella y mi tío Nicolás en la agencia. De ellos recibí mi primer sueldo formal, aprendí a entender la vida empresarial y la gerencia, pero también me enseñaron lo importante que es divertirse en el trabajo. Afortunadamente, la vida laboral en el área de la publicidad es muy divertida, ya que el entorno se presta para hacer negocios en reuniones y fiestas de trabajo, comidas en restaurantes y eventos sociales. Esa experiencia con mis tíos marcó mi estilo de vida de allí en adelante.

De izquierda a derecha, mi madre y su hermano Jesús Román, mis tíos Aura y Nicolás en la época cuando trabajé con ellos en la agencia de publicidad, y a la derecha, mi tía Esther Wisintainer, madre de mis primos Shirley y Edwin y Nathalie, y esposa de mi tío Edwin Wisintainer.

Ya en la universidad, y gracias a mi prima Shirley, quien también es publicista y trabajaba en una agencia grande de medios exteriores (vallas publicitarias), trabajé como profesional del diseño. A su lado, pude ver el manejo de una empresa grande, de más de 300 empleados. Era una empresa familiar, por lo que el trato con el personal era muy cercano a la directiva, quienes, a su vez, eran los dueños.

Es importante aclarar que, si bien Shirley es mi prima, no solo por eso pensó en mí para la vacante. Ella sabía que mi perfil encajaba con las necesidades del cargo ofrecido. Ella me ayudó porque sabía que podía con el compromiso y que no la dejaría mal parada ante sus superiores y colegas.

El padre de Shirley, mi tío Edwin, y su hermano, mi primo Edwin, tenían un taller de reparación de máquinas para la industria textil, y allí no solo se reparaban las máquinas, sino que también se fabricaban los repuestos. En el taller Wisintainer se trabajaba no solo con creatividad, sino que era imprescindible que los estándares de calidad fueran más allá de lo bueno. La excelencia creativa, la inteligencia y la calidad absoluta eran su filosofía de trabajo. En su taller me ayudaron con muchos proyectos de la universidad. De los Wisintainer aprendí la importancia de la calidad y la excelencia, pero no como una obligación molesta e incómoda, sino como un hábito que produce una enorme satisfacción y orgullo.

Una vez graduado, pensé que, mejor que un salario, era emprender mi propio camino. El detonante fue un «side-job» freelance que tomé mientras trabajaba en la empresa de vallas publicitarias. La empresa Packard Bell anunciaría en vallas dentro de las estaciones del metro, y el ejecutivo que nos visitó me preguntó si podía hacerle los artes y la fotografía para los anuncios. Por ese trabajo, al que dediqué solo una semana, cobré el equivalente a un mes de salario. Aunque mi salario no era para nada despreciable, la experiencia me impulsó a trabajar por mi cuenta, y pasé a ser cliente de la empresa en la que trabajé por 2 años. Inicialmente se formó una empresa entre un grupo de amigos de la universidad, que finalmente terminó siendo una pequeña empresa familiar que funcionó desde 1994 hasta 2006.

Sin embargo, la vida da vueltas y mi experiencia laboral comenzó a tomar nuevos caminos. Como inmigrante, me tocó desempeñarme como vendedor en una mueblería, pero siempre con la visión de progresar, de crecer, y la salida fue seguir los pasos de mi padre: continuar estudiando formalmente para poder obtener mejores ingresos. Hoy día, gracias a ello, puedo desempeñarme como al principio de mi carrera, de manera independiente y trabajando desde casa.

Durante todo ese trayecto laboral y educativo, que ya lleva 25 años, he aprendido cosas clave que intento convertir en hábitos. Los hábitos de trabajo y producción de dinero no son fáciles de adquirir. Sin embargo, volviendo al principio, si te gusta lo que haces, el camino se hace menos complicado, y si lo que haces no es de tu completo agrado, los hábitos ayudan a que la tarea sea menos pesada.

Mi hermano menor, Francisco, es un experto en hábitos. La constancia, la persistencia y el enfoque son herramientas que aplica desde muy temprana edad. Él descubrió que para los negocios se requiere sacrificio. Y haciendo un paréntesis, sacrificio no significa sufrimiento; significa planificar y trabajar ahora para disfrutar mañana. Sacrificio es dejar por un rato lo que queremos por lo que debemos hacer, para luego hacer lo que queremos, intercalando horas de productividad con horas de ocio y diversión.

Francisco descubrió y comprendió que sus hábitos producían ingresos. Buenos hábitos de vida y trabajo que generan bienestar van más allá de cualquier conocimiento. No hacemos nada con el conocimiento sin la disciplina y la constancia. Un día, conversando, me respondió a la siguiente pregunta: ¿Y si no funciona, qué haces? Me dijo: «Sigues intentándolo». Yo, particularmente, nunca he sido muy disciplinado, y los hábitos se me hacen difíciles. De Frank he tratado de copiar ese maravilloso hábito de la constancia, y he aprendido a disfrutarlo.

Entonces, lo importante es aprender una manera, crear una fórmula, que resulte en que dichos hábitos de trabajo sean agradables y productivos.

Mi hermano Alfonso dedicó su vida al manejo del recurso humano y los derechos laborales. El conocimiento de las leyes al respecto resulta indispensable para quienes hemos trabajado en empresas y hemos tenido empresas. Su visión del recurso humano como esencia del progreso en una empresa me sirvió de guía. Respetar los derechos laborales del personal lleva al personal a respetar sus deberes laborales con la empresa. Es un equilibrio entre dar y recibir. Hoy aplico mucho de ese conocimiento cuando comparto mi experiencia con otros empresarios.

Hoy día trabajo con una persona en particular que, más allá de su inteligencia y conocimientos, procura que las cosas que produce no solo sean excelentes, sino que además sean hermosas. Él lo llama «el camino a lo maravilloso». Es decir, que los resultados no solo sean funcionales, sino agradables, simples, fáciles de utilizar, convirtiendo procesos muy complejos en herramientas amigables. Es un extremo detallista, y ello me ha llevado a exigirme aún más a mí mismo, a pensar de modo más autocrítico y procurar que la excelencia se vista de belleza. La perfección no existe, pero es necesario vivir para acercarse a ella y poder así aproximarnos a la esencia del propósito profesional: dar lo mejor de uno mismo, siempre.

De mi madre, como siempre comento en este blog, aprendí que la entrega a todo lo que haces de corazón se refleja en tu sonrisa. Si somos felices mientras trabajamos, eso se contagia y ayuda a los que te rodean a sentirse felices también.

Podemos concluir que, si bien el trabajo es trabajo y requiere de esfuerzo, dedicación y disciplina, no tiene por qué ser una tortura. Tenemos el derecho y el deber, como seres humanos, de encontrar la felicidad y procurar la felicidad de quienes nos rodean.

Yo agradezco tanto amor de mi familia por las oportunidades que me brindaron para formarme como profesional y, quizá sin darse cuenta, ser parte importante de esa formación. Pero quienes no han tenido tanta suerte no deben conformarse con una vida difícil y llena de obstáculos innecesarios. Hay que aprender a pensar y pensar bien para aprender. Mientras mejor aprendemos, más fácil será aplicar lo que aprendimos y así llevar una vida feliz en el trabajo.

Por último, siempre hay que advertir la posibilidad de un cambio. Si hay que cambiar, se cambia, pero debemos estar preparados para ello. «Lo único constante es el cambio» y, si tenemos las herramientas, podremos adaptarnos al cambio más rápido sin dejar de ser productivos.

Bajo estas líneas les dejo un pequeño diagrama, producto de los libros que más han influenciado mi carrera profesional, el cual está lleno de hábitos que me han permitido ser productivo y feliz a la vez. Espero lo disfruten.

En la próxima entrega dedicaré el post al análisis y aplicación de dichos procesos. ¡Gracias y hasta la próxima! ¡Ah, recuerda que puedes dejar tus comentarios!

Foto de portada: Sr. Eduardo Cabrera con carretilla VEPACO. Creador, hace más de 90 años, de la empresa donde realicé mis primeros trabajos como profesional. – Archivo Publicidad VEPACO.

Mina, tu amor me dopa (parte final)

El enamoramiento puede ser algo pasajero, pero el amor, que va más allá de las hormonas, puede ser para siempre…

Fernando y Mina se conocieron, se enamoraron y estuvieron juntos un tiempo. Al crecer un poco más y salir de la adolescencia, se dieron cuenta de que había otras prioridades en sus vidas y dejaron de ser novios. Mientras duró su relación, sobre todo al principio, pasaron muy buenos momentos juntos, disfrutaron muchísimo y luego, aunque no se sentían enamorados, siguieron siendo amigos.

Este no es el caso de todo el mundo. Hay parejas que se conocen durante la adolescencia, y su amor madura y se perpetúa en el tiempo al compartir, no solo el amor de uno por el otro, sino ideas, valores, sueños, proyectos, deseos. Ello requiere entender que el enamoramiento puede ser algo pasajero, pero el amor, que va más allá de las hormonas, puede ser para siempre.

No es fácil mantener una relación a largo plazo; es muy complicado y, por ello, deben compartirse no solo sensaciones de placer, también deben compartirse criterios, y más allá, debe quererse, debe decidirse estar al lado de esa persona. Es una decisión consciente. Ello no quiere decir que se deba estar junto a esa persona sin sentir amor por ella; eso sería el peor error.

Como bien lo dice Jonathan García-Allen (Reus, 1983), graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona: “No se culpe a sí mismo si no está igual que el primer día con su pareja. Hay que saber distinguir el amor del enamoramiento. El amor tiene que ver con las creencias y los valores, y el enamoramiento son una serie de reacciones químicas producidas en diferentes regiones cerebrales que nos hacen tener una percepción idílica de una persona”.

El amor genera compuestos químicos y hormonas que cambian nuestra conducta de forma extrema, positiva y negativa, ya que nuestra supervivencia depende de ello, al igual que la de la especie. La oxitocina, la serotonina, la dopamina y la noradrenalina son sustancias que rigen el amor y el enamoramiento, y es bueno saber sobre ellas y su efecto en nuestro organismo para comprender lo que sentimos, y así manejarlo de modo que no nos perjudique.

Fernando, con el tiempo, se volvió a enamorar y consiguió a alguien con quien pudo establecerse. Como bien dice un primo hermano al que quiero muchísimo, uno se tiene que casar con la persona que quiere casarse con uno… Si aplicamos esto en ambas direcciones, el amor funciona en el tiempo. Fernando consiguió no solo el placer del enamoramiento, sino el placer del amor fraterno, del amor compartido que le brindó la paz y la tranquilidad necesarias para envejecer feliz.

Marcos se casó con Mina después de haberse enamorado, tiempo después de que ella y Fernando ya no estuvieran juntos, y vivieron felices por muchos años, pero eventualmente se separaron.

Fernando y Marcos se ven todos los días debido a la empresa que fundaron juntos. Además, los viernes por la tarde, al salir de la oficina, se reúnen en un bar para relajarse. Mina, Fernando, Marcos y Graciela (la esposa de Fernando) son buenos amigos.

Photografía de StockPhotos

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¡Gracias por leer y hasta la próxima!

Mina, tu amor me dopa (primera parte)

Perdió el control de su cuerpo y de su mente; estaba drogado con una sustancia adictiva que le hacía experimentar cosas totalmente nuevas para él…

Llegó al pequeño pueblo con muchas expectativas: nueva escuela, nuevos amigos y un mundo desconocido. Todo era nuevo, todo por conocer. Él y su familia arribaron luego de las vacaciones navideñas, por lo que entró a la escuela a mitad de semestre, lo que lo hizo aún más complicado. Ponerse al día con los proyectos, las tareas, los exámenes… Sabía que no sería fácil.

En su primer día de escuela, la maestra lo introdujo a la clase: “Chicos, este es Fernando, acaba de llegar desde muy lejos. Él va a cursar el resto del año escolar con nosotros. Hagámoslo sentir en casa, démosle la bienvenida”. Algunos le miraban y sonreían, otros miraban por la ventana, y en la esquina del salón, iluminada por un rayo de luz que hacía brillar sus cabellos, estaba un ángel que flotaba e irradiaba felicidad… Cuando recogió un lápiz que se le había caído al suelo, levantó la cabeza, lo miró y sus labios desplegaron la sonrisa más hermosa que él jamás había visto.

¡Fernando! ¡Fernando!… ¡Fernando! Todo se había apagado a su alrededor y solo la imagen de esa chica impresionante ocupaba su mente. Sus oídos no escuchaban, nada más existía, hasta que, con un sacudón en el hombro, la maestra le despertó de su hipnosis… ¡FERNANDO! ¡Toma asiento!

Se acercó a su pupitre y un chico que se sentaba a su lado le dio la mano y le dijo: «Hola, soy Marcos.»

El día transcurrió sin mayores inconvenientes. De vez en cuando volteaba a verla sin lograr que lo notase. Le costaba un poco ponerse al corriente con los problemas de matemáticas y con las tareas de ciencias. Algo no le dejaba pensar más allá de esos cabellos, esa sonrisa, esos ojos. Ella se levantó para ir hacia el escritorio de la maestra y, al pasarle por un lado, dejó en él su perfume sutil, un aroma que le acompañó por el resto del día. Se sentía mareado, borracho, no coordinaba.

Marcos notaba algo extraño en su conducta, sobre todo cuando ella hablaba o se movía por el salón… Al darse cuenta, lo tocó en el hombro y le dijo: «Se llama Romina, le decimos Mina de cariño». Sonó el timbre. Se había acabado el día de clases. En la salida vio cómo ella se montaba en un vehículo; su mamá la recogía en la escuela, y a él le tocaba caminar a casa. Por alguna razón, sus pies le pesaban, no podía caminar más rápido, tropezaba.

De pronto, ¡eh! ¡Fernando! Marcos gritaba desde atrás, apurando el paso. ¡Espérame! Marcos le alcanzó y le dijo: «Yo también camino a casa por esta ruta. ¿Dónde vives?» Le preguntó. “En los edificios frente al parque”, contestó él. Marcos sonrió y le dijo: «Yo también vivo allí, vivo al lado de Romina.»

A Fernando le saltó el corazón. “¿Qué?”, preguntó.
—Sí —respondió Marcos—, Mina vive en esos edificios también.
Fernando sintió que se mareaba. Sentía náuseas y algo le nubló la visión.
—¿Qué te pasa? —preguntó Marcos de nuevo…

Fernando se había enamorado a primera vista y perdió el control de su cuerpo y de su mente. Estaba drogado con algo que se manifestaba como una sustancia adictiva, sentía cosas totalmente nuevas para él. La droga del amor invadía su cuerpo y su mente.

Al enamorarnos, especialmente por primera vez y en esos años de adolescencia, nuestro cuerpo segrega de forma muy intensa un neurotransmisor sumamente poderoso que nos hace sentir cosas increíbles, pero, a su vez, produce graves efectos secundarios. Tiene sobre la corteza prefrontal del cerebro un efecto de “bloqueo” en sus funciones principales, tales como el razonamiento, la lógica y la lucidez.

La dopamina literalmente nos “emborracha” y perdemos la orientación. Ello, además, interfiere con nuestra coordinación y buena motricidad, volviéndonos torpes y tontos.

Pero no todo es malo; la dopamina también aumenta la sensación de placer y felicidad.

Esta historia continuará…

Fotografía: @myfrank_ Modelos: Agos y Sussy Condelo

 

Compendio de Amores

Para quienes quieren refrescar los contenidos anteriores o simplemente no los han leído, aquí les ofrezco un resumen donde se integran todas las publicaciones de modo coherente y breve, dándole mejor sentido, agrupando las ideas y los sentimientos. Espero lo disfruten.

El ser humano no siempre es capaz de reprimir sus instintos para dar espacio al raciocinio. Por más que esta sociedad ha intentado crear sistemas de convivencia y bienestar, estos no siempre funcionan. Los sistemas no son perfectos, al fin y al cabo son creados por seres humanos, y nadie puede decir que es perfecto, no lo somos, pero podemos intentar ser mejores.

Tokio, lugar al que tuve el placer de visitar, reconocida como gran ciudad con súper desarrollo, posee fuertes asociaciones de vecinos que representan “pequeñas” urbanizaciones con muy bajos índices de criminalidad. Las razones son simples, aunque en Tokio habitan algo así como 30 millones de personas, la ciudad está dividida en cientos de “pequeñas” urbanizaciones o sectores donde todos los habitantes se preocupan por su comunidad, se conocen y respetan, se sienten pertenecientes y por ello no le hacen daño a su prójimo.

Lo arriba expuesto se logra con el ejemplo y cariño de nuestros padres y un sistema de educación adecuado donde se expliquen los valores esenciales de convivencia y se pongan en práctica. Para ello, también habría que educar al educador, al padre, a quien esté a cargo de la formación de otra persona. Solo si el educador se identifica con dichos valores podrá entonces transmitírselos a sus alumnos, a sus hijos, a sus semejantes.

¿Qué nos dice todo lo anterior?

Que mientras más amor sentimos, mejor para nuestra especie.

Si el amor es un fenómeno biopsicosocial, entonces hay que buscar fórmulas que permitan que el amor sea el eje alrededor del cual gire nuestra sociedad. De ese modo mejoraremos genéticamente y esa mejora genética será transmitida de generación en generación hasta lograr un planeta donde el odio sea menos protagónico y finalmente desaparezca de nuestra conducta.

El amor es la respuesta.

En un artículo publicado en la Revista de Psicología Universidad de Antioquia por el profesor PhD. Oscar Navarro Carrascal y otros colaboradores, titulado “La discriminación social desde una perspectiva psicosociológica”, se explica cómo la discriminación tiene sus orígenes en los estereotipos y en los prejuicios que heredamos históricamente y forman parte de nuestra cultura.

El Dr. Navarro expone que factores individuales como el fracaso y la baja autoestima, aunque no son los únicos, son factores que derivan en un comportamiento discriminatorio como resultado de la frustración personal, es decir, discriminamos al no aceptar nuestros fracasos como propios, sino como culpa del otro. Entiéndase bien que esto se refiere al aspecto social. Estas conductas se transforman en valores sociales que se transmiten de generación en generación y pasan a formar parte de la cultura.

Como saben, yo no soy un experto en psicología o sociología, pero el haber comenzado este viaje me ha permitido aprender un montón sobre el ser humano, y más que nada, sobre mí mismo. En este corto periodo de tiempo, he cambiado mi perspectiva sobre la vida y es algo que, por mi naturaleza, siento la necesidad de compartir. También producto de la “casualidad” o la “causalidad”, a uno le van llegando las cosas en su momento, información importante, información que te da herramientas y te cambia para bien. Es cierto que uno va recorriendo caminos y aprendiendo, pero ahora es distinto.

¿Cómo superamos la ausencia de amor propio? Entendiendo que, sin importar lo que piensan los demás, todos tenemos la capacidad y el talento para lograr nuestras metas y objetivos. Nadie, excepto nosotros mismos, puede impedirnos crear las condiciones que nos lleven a entendernos, aceptarnos y comprender lo bueno que somos, lo talentoso que somos, lo capaces que somos. Todos tenemos talentos, todos tenemos capacidades. Lo importante es valorarnos, apreciarnos y sentir empatía por nosotros mismos, sin caer en la arrogancia.

Fotografía de Frank Hernández @myfrank_

Independientemente de la forma de amor o de cómo la entendemos, todas las formas de amor tienen como factores comunes, el respeto, la empatía y la tolerancia. Comenzamos respetando a quien amamos, nos sentimos identificados, sentimos admiración, entendimiento y aceptamos aquello que no nos daña ni nos lastima. Cuando amamos, nos entregamos, y sólo lo hacemos si sabemos que seremos respetados, apreciados y comprendidos. Si es así, el amor mutuo se mantiene en el tiempo, perdura y crece.

Fotografía de Frank Hernández @myfrank_

Se han producido cambios sociales importantes producto de visiones del mundo que han comenzado por un cambio de conducta de quienes han hecho públicas esas visiones. Por ejemplo, Joshua Fields Millburn y Ryan Nicodemus son dos emprendedores del bienestar por el planeta, que llevaban una vida normal, con un trabajo de oficina y eran exitosos profesionales. Pero comprendieron que lo que hacían no estaba del todo bien. Se dieron cuenta de que las organizaciones para las que trabajaban no respetaban a sus clientes, obligándolos a adquirir productos que no necesitaban, inclusive sin su autorización. Un día decidieron dejar de hacer daño y renunciaron. Yo pasé por una situación similar trabajando para una gran corporación y al cabo de un tiempo me sentía enfermo, confundido y desgraciado, finalmente opté por no continuar allí.

Mi planeta perfecto sería este mismo planeta; sin duda, la tierra es increíblemente hermosa, generosa y extraordinaria comparada con los otros planetas que nos muestran por televisión. Estaría lleno de personas que se aprecian, reconocen y respetan, que se apoyan y trabajan por el equilibrio social y natural, en donde todos los que existimos, humanos, animales y plantas, vivimos en simbiosis y en armonía.

Yo me lo estoy tomando en serio.

En mi infancia, se veía a los animales como bestias sin sentimiento, no eran más que seres explotables para beneficio humano. No se les protegía y consideraba como hoy, seres vivos importantes a los cuales hay que cuidar y querer, respetar y proteger. Probablemente con el tiempo aprenderemos mucho más sobre lo inteligentes y capaces que son los animales, como conviven en armonía con otros animales y con su ecosistema.

Fotografía de Frank Hernández @myfrank_

Creo que el mundo se está perdiendo de algo maravilloso al preferir el placer momentáneo, instantáneo y efímero, sobre el romance sentido y expresado en el transcurrir del tiempo y de manera constante. Pienso que debemos tratar nuestro cuerpo con amor y respeto, profundizando en nuestra salud física y cuidándolo de maltratos y excesos. De igual modo, nuestra mente debe nutrirse de buenos pensamientos, de magia y poesía, de canciones bonitas y felices, de la idea de un compartir sentido entre personas, que va más allá del momento y puede perpetuarse en el tiempo. Nuestra casa, también puede ser un templo de amor y bienestar, donde prevalezcan el sentir sobre el amor y la expresión de ese amor romántico, donde el poema se lee o se escribe sin avergonzarnos, donde la canción se canta en voz alta y con los ojos cerrados, donde se sueña con el amor y se regalan flores, bombones de chocolate y un “te quiero” de verdad.

En la próxima entrega estaré relatando una hermosa historia, la de un amor breve y para siempre, sencillo pero complicado, apasionado, alegre y triste, una historia de amor de nuestros tiempos.

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¡Gracias y hasta la próxima!

¿Dónde está el romance?

n tu mente, en tu cuerpo y en tu hogar, templos de amor y bienestar.

Creo que el mundo se está perdiendo de algo maravilloso al preferir el placer momentáneo, instantáneo y efímero, sobre el romance sentido y expresado a lo largo del tiempo y de manera constante.

Cuando quiero escribir sobre algo, siempre intento conseguir el significado esencial de lo que quiero expresar y luego lo relaciono con mi forma de verlo, con mi criterio. Pero esta vez, lo más cercano que conseguí a lo que buscaba fue: «Relación amorosa pasajera». Quizá busqué mal, o no sabía muy bien lo que buscaba.

Recientemente, pensando siempre en el amor como respuesta a tanta crisis en este planeta, y escuchando canciones de Raphael, Nino Bravo, José Luis Rodríguez y Julio Iglesias junto a mi esposa en el living de nuestra casa, nos preguntábamos qué había pasado con el romance y con lo romántico de estas canciones, y por qué ya nadie cantaba sobre el amor de ese modo. Ambos nos sorprendimos con la calidad de la voz de estos artistas y con lo sentido de sus interpretaciones.

Raphael

He de hacerles saber que entre mi esposa y yo hay diferencias enormes en cuanto a gustos musicales. Los compartimos todos; sin embargo, tenemos nuestras preferencias bien marcadas. Además, existe una diferencia generacional que, aunque no es extrema, refleja lo rápido que han cambiado las cosas. Al compararlo con mis tiempos, para el momento en que ella vivió su adolescencia, ya el mundo había cambiado su forma de expresar el amor a través de la música. Sin embargo, al escuchar esas canciones esa noche, ambos nos dimos cuenta de que el romance, como forma de ver la vida y expresar amor, ha desaparecido de nuestra sociedad.

Hoy existe una especie de tabú respecto a lo romántico y al romanticismo, no como una relación amorosa pasajera, sino como una manera permanente de amar y expresar amor. Pienso que quienes poseen los medios para difundir lo que las personas escuchan por radio y televisión, al igual que los sellos discográficos y las productoras, hacen un gran esfuerzo por hacer que el amor pase de moda, no se cante, no se exprese, y, en consecuencia, no sea algo que la sociedad cultive. Al menos no como aquel amor romántico de mi infancia y adolescencia. Yo soy de los 80’s, y en mi país, Venezuela, en esa época hubo un resurgir de la música romántica a través de cantautores venezolanos que llevaron la poesía a la música popular con muchísimo éxito.

Franco De Vita

En un estudio publicado en 2010 por el Observatorio de la Salud de la Infancia y la Adolescencia del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, se refleja que las relaciones “amorosas” entre adolescentes españoles de 15 a 19 años no duran más de 6 meses en promedio, y, sin embargo, mantienen de 8 a 10 relaciones sexuales al mes. La mayoría admite haber tenido relaciones sexuales por presión social entre sus iguales, es decir, amigos y compañeros del colegio.

Hago esta observación porque, desde mi punto de vista, lo anterior demuestra una ausencia total de amor romántico, de sentirse enamorado y de amar con ese amor del cual surgen las relaciones duraderas. Yo no estoy diciendo que esto sea una norma absoluta; existen matrimonios que duran “toda la vida” en los que nunca hubo amor romántico. Sin embargo, no podemos negar que el romance que nace del enamoramiento no solo es más placentero y satisfactorio en el sentido sexual, sino también en el emocional y psicológico.

El mismo estudio refleja también el cambio en las cosas que son importantes para el adolescente del siglo XXI. Es interesante descubrir que la familia ocupa el primer lugar; sin embargo, la pareja y la vida sexual satisfactoria aparecen en penúltimo lugar entre 12 aspectos, siendo la política y la religión lo único menos importante. Yo me pregunto: si la pareja no es importante, ¿de qué tipo de familia estamos hablando? En fin, si la pareja no es importante, ¿dónde queda el amor romántico? ¿Será que el amor pasó de moda? Si es así, ¡hay que rescatarlo!

Un estudio más reciente, realizado en Argentina en 2017, muestra los siguientes valores:

milenials-1

http://biblio.unvm.edu.ar/opac_css/doc_num.php?explnum_id=1914

Como siempre, habría que comenzar por nosotros mismos: entender cómo sentimos el amor por nuestra pareja y cómo eso afecta a nuestra familia, amigos y a la sociedad en general. Vivimos sumergidos en una estructura de valores que solo produce una satisfacción poco duradera y efímera, tanto en lo sexual como en lo emocional y en lo material.

Finlandia, un país ubicado entre Suecia, Noruega, Rusia y el Mar Báltico, tiene apenas unos 5 millones de habitantes; sin embargo, han logrado lo que para muchos parece algo utópico: niveles envidiables en la calidad de la educación, la salud, la protección social y, sobre todo, en la igualdad social. Una igualdad social traducida en felicidad.

«…Para un país de 5 millones, no tenemos muchos recursos para desperdiciar. Si la gente está contenta, maximizará su ética de trabajo y nosotros podremos desarrollarnos», dice Andrew Nestingen, profesor que dirige el programa de estudios finlandeses de la Universidad de Washington. Y agrega: «La teoría del bienestar del estado es que cada uno debe conseguir una rebanada del pastel de modo que tengan lo que necesitan para realizar sus proyectos de vida.»

Una sociedad construida sobre esta base permite una vida más relajada, con menos presiones sociales y psicológicas, lo que se traduce en progreso y felicidad. Leyendo sobre la forma en que los finlandeses perciben el romanticismo, es una opinión general entre ellos que son poco expresivos en ese sentido. Se consideran introvertidos, pero también coinciden en que sus relaciones afectivas son muy duraderas y que, cuando dicen “te amo”, lo sienten de verdad.

Yo recuerdo a mi madre y a mis tías cantando canciones románticas y pensando en sus amores, en el amor, cerrando los ojos y poniéndose las manos en el pecho mientras cantaban. También recuerdo a un alumno que tuve en la universidad, que se quejaba porque a las chicas ya no les parecía adecuado que les regalaran flores, bombones de chocolate o las invitaran a cenar con matices de romance en la mesa, como velas y un trío de violines acompañándoles en la velada.

Julio Iglesias

Creo que el mundo se está perdiendo de algo maravilloso al preferir el placer momentáneo, instantáneo y efímero, sobre el romance sentido y expresado en el transcurrir del tiempo y de manera constante. Pienso que debemos tratar nuestro cuerpo con amor y respeto, profundizando en nuestra salud física y cuidándolo de maltratos y excesos. De igual modo, nuestra mente debe nutrirse de buenos pensamientos, de magia y poesía, de canciones bonitas y felices, de la idea de un compartir sentido entre personas, que va más allá del momento y puede perpetuarse en el tiempo. Nuestra casa también puede ser un templo de amor y bienestar, donde prevalezca el sentir sobre el amor y la expresión de ese amor romántico, donde el poema se lee o se escribe sin avergonzarnos, donde la canción se canta en voz alta y con los ojos cerrados, donde se sueña con el amor y se regalan flores, bombones de chocolate y un “te quiero” de verdad.

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¡Gracias y hasta la próxima!»

Fotografía de portada por: Frank Hernández @myfrank_

Referencias y para saber más:

Finlandia: Sociedad utópica y un buen ejemplo a seguir.
The secret to Finland’s success in education, employment, parenting—basically everything
Datos estadísticos sobre Finlandia
El Adolescente y su Entorno en el Siglo XXI

Las ballenas: Un modelo de amor y armonía social

«Las ballenas tienen una vida muy larga, desarrollan lazos profundos con los suyos y se preocupan por su bienestar. Al ser gregarias, se desplazan por los océanos guiadas por un líder que, si se pierde o enferma, puede hacer que el resto del grupo imite su conducta.»

Soy un gran fanático de una serie de Televisión Española llamada Cuéntame Cómo Pasó. La razón es simple: es un reflejo de la sociedad española y de su historia desde abril de 1968, dos años antes de mi nacimiento, y su similitud con mi infancia temprana es increíble. Con ella me di cuenta de la influencia cultural española sobre la venezolana, especialmente en las costumbres familiares, la crianza de los hijos, la diferencia de roles entre hombres y mujeres, así como en los valores y aspiraciones personales de la clase media de ambos países en aquella época.

Cuéntame lleva 18 temporadas y más de 300 capítulos, y en gran parte, sus personajes principales siguen siendo los mismos. En fin, es una gran serie, pero esa no es la razón por la cual la menciono en esta entrega. En el último capítulo, Carlitos, el protagonista, narra en voice over la forma en que las ballenas conviven desde el inicio de los tiempos, y lo hace, como siempre, reflejando alguna situación familiar por la cual atraviesan los Alcántara.

© Corporación de Radio y Televisión Española 2017

Me pareció maravillosa, y me tomé el atrevimiento de transcribirla aquí para ustedes. Espero que disfruten de este relato de Carlitos y que les sirva para profundizar en las conductas sociales de tantos seres de los cuales podemos aprender.

“…Todos los biólogos marinos que estudian el comportamiento de las ballenas y otros cetáceos señalan el enorme parecido que tienen con los humanos. Viven en clanes familiares, las madres son extremadamente protectoras con sus crías e incluso tienen sus propios cementerios. Pero, sobre todo, se parecen a nosotros en la manera en que les afecta el ecosistema en el que viven y en su extraordinaria capacidad para comunicarse.

Las ballenas tienen una vida muy larga, desarrollan lazos muy profundos con los suyos y se preocupan por su bienestar. Al ser gregarias, se desplazan por los océanos guiadas por un líder que, si se pierde o enferma, provoca que el resto del grupo imite su conducta. Las migraciones de las ballenas, al igual que las de la especie humana, son fenómenos tan antiguos como su propia existencia y siempre están motivadas por la misma razón: la necesidad de encontrar áreas que satisfagan mejor sus necesidades.

Las ballenas siempre han fascinado a los humanos. En la Biblia, Jonás es tragado por una ballena. En el cuento del muñeco que se hizo niño, Pinocho es tragado por una ballena. Y en la gran novela de Melville, el capitán Ahab muere en los lomos de Moby Dick, la gran ballena blanca que se tragó su pierna.”

I. W. Taber, Moby Dick final chase 

«Como nosotros, las ballenas son capaces de enseñar, colaborar, planear, cuidar, cantar y tener etapas de duelo. Al igual que nosotros, se hacen cargo de sus especímenes más longevos, aunque en su caso, sin excepción».

Ver capítulo

La estructura social de los elefantes es similar a la de las ballenas. Los elefantes viven en sociedades matriarcales, donde las madres cuidan de sus crías hasta que cumplen 15 años. Los estudiosos afirman que los elefantes viven muy unidos y las hembras permanecen con su manada toda la vida. Aunque el macho suele aventurarse por su cuenta, siempre es bien recibido de vuelta en la manada. Los elefantes expresan estados emocionales como el llanto y la alegría, especialmente cuando pasan por situaciones de duelo por la muerte de algún miembro de la manada o celebran con júbilo cuando nace una nueva cría.

Fotografía por Ben Curtis

Gracias a las redes sociales, hemos podido ver recientemente videos donde los animales muestran comportamientos en los que colaboran por el bienestar de otro, en lo que parecen ser acciones desinteresadas, sin más propósito que evitarle la muerte o ayudarle a obtener alimento. ¿Será que los animales son menos «bestias» de lo que imaginábamos?

En mi infancia, se veía a los animales como bestias sin sentimientos, no eran más que seres explotables para beneficio humano. No se les protegía ni consideraba como hoy, seres vivos importantes a los cuales hay que cuidar, querer, respetar y proteger. Probablemente, con el tiempo, aprenderemos mucho más sobre lo inteligentes y capaces que son los animales, cómo conviven en armonía con otros animales y con su ecosistema.

Georgia Aquarium – Baluga Whales Jan 2006

En la próxima entrega hablaré sobre Finlandia, un país ejemplar con un éxito social extraordinario basado en el amor por su país y el bienestar de sus ciudadanos. Las estadísticas son simplemente impresionantes.

El amor es la respuesta.

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Hagan clic aquí para ver el último capítulo de Cuéntame, donde Carlitos hace mención a la vida social de las ballenas.

¡Gracias y hasta la próxima!

Fotografía de portada: Gabriel Barathieu

Amor por el planeta

Si todos procuramos vivir solo con lo que necesitamos, sin excesos y de forma eficiente, nos daremos cuenta de que, con el tiempo, la Tierra nos devolverá ese amor que le estamos entregando. No se trata de no tener bienes ni de vivir en la pobreza, sino de tomar la decisión de poseer aquello que nos brinda suficiente satisfacción para no necesitar nada más.

Esta sección cierra y completa el trío de amores y es, para mí, la más importante de todas. Lo llamo «Trío de Amores» sin doble intención, porque sería el trío perfecto: amor propio, amor por los demás y amor por el planeta. ¿Qué más podemos pedir? En conjunto, este trío de amores haría de este un mundo perfecto.

Se han producido cambios sociales importantes gracias a visiones del mundo que han surgido a partir de un cambio de conducta en quienes las han hecho públicas. Por ejemplo, Joshua Fields Millburn y Ryan Nicodemus son dos emprendedores del bienestar del planeta que llevaban una vida normal, con un trabajo de oficina y carreras profesionales exitosas. Sin embargo, comprendieron que lo que hacían no estaba del todo bien. Se dieron cuenta de que las organizaciones para las que trabajaban no respetaban a sus clientes, obligándolos a adquirir productos que no necesitaban, incluso sin su autorización. Un día decidieron dejar de hacer daño y renunciaron. Yo pasé por una situación similar trabajando para una gran corporación y, al cabo de un tiempo, me sentía enfermo, confundido y desgraciado. Finalmente, opté por no continuar allí.

Fields y Ryan comprendieron que es posible ser felices cambiando su conducta respecto al consumo, y esto, a su vez, protege al planeta. Ellos no están en contra del consumo per se o del dinero; de hecho, son consumidores de los productos más costosos y avanzados que existen. Compran ropa de buena calidad y tecnología de última generación. Lo que ellos predican es que no es necesario tener en exceso o de sobra. Es decir, solo poseen ropa que usan, viven bien, pero nada les sobra. Su movimiento se llama minimalismo y ellos se autodenominan «Los Minimalistas».

Esta idea del minimalismo es simple: se trata de consumir solo lo que necesitamos, no acumular objetos que no usamos ni comprar cosas que terminaremos desechando. Esto reduce el impacto ambiental de forma significativa y expresa nuestro verdadero amor por el planeta.

Según estudios realizados, más del 30 % de lo que guardamos en el armario nunca lo usamos y termina en el relleno sanitario, dañando la tierra y dejándola estéril e inútil. Compramos compulsivamente y, del mismo modo, generamos desechos que contaminan ríos y mares. Esto también provoca una constante producción industrial que contamina el aire, creando un círculo vicioso de producción y consumo.

Si todos procuramos vivir solo con lo que necesitamos, sin excesos y de forma eficiente, nos daremos cuenta de que, con el tiempo, la Tierra nos devolverá ese amor que le estamos entregando. De nuevo, no se trata de no tener bienes ni de vivir en la pobreza, sino de tomar la decisión de poseer aquello que nos brinda la suficiente satisfacción para no necesitar más.

Si nos sobra dinero, podemos pensar en invertirlo de manera que refleje nuestro amor por los demás y por el planeta. Podemos destinarlo a sembrar árboles, financiar artistas y deportistas, apoyar proyectos de investigación, contribuir a escuelas y estudiantes, o ayudar a quienes lo necesitan mediante donaciones a hospitales o comunidades que requieren apoyo en viviendas y sistemas sanitarios eficientes. Hay tantas cosas positivas en las que se puede invertir sin desperdiciar recursos en objetos que nunca utilizaremos o realmente necesitamos.

Finalmente, quiero hablar sobre Bob Marley y John Lennon. Ambos nos dejaron un legado musical extraordinario. A su manera, cada uno aportó una visión de amor y paz: Marley, en muchos casos, con un profundo sentido espiritual y religioso; Lennon, desde una perspectiva sin afiliación religiosa. Sin embargo, ambos compartían un profundo amor por los demás y por el planeta. Ambos se manifestaron en contra de la guerra y a favor de la vida.

Mi planeta perfecto sería este mismo; sin duda, la Tierra es increíblemente hermosa, generosa y extraordinaria en comparación con los otros planetas que nos muestran en televisión. Estaría lleno de personas que se aprecian, reconocen y respetan, que se apoyan y trabajan por el equilibrio social y natural, donde todos los seres vivos—humanos, animales y plantas—conviven en simbiosis y armonía.

Yo me lo estoy tomando en serio. El amor es la respuesta.

http://www.theminimalists.com/

http://www.bobmarley.com/charity/

Cover Photography by WallDevil

China Pollution photo by Ng Han Guan

Water Pollution Photo by MIDC

Conectando a través del amor

Nuestro amor por los demás no debe ser un amor sacrificado, obligado o perjudicial, ya que eso no nos hará felices. Debe comenzar con el amor propio y brindarnos tranquilidad.

En nuestra cultura se nos enseña que hay distintos tipos de amor; algunos se consideran más importantes que otros. Existen amores fraternales, como el que se da entre amigos, familiares, padres, hijos y hermanos; el amor romántico y pasional, que sentimos por nuestra pareja; y el amor existencial o espiritual, que abarca el amor por la humanidad, el planeta, los animales, la naturaleza, la vida misma, Dios, etc. Sin embargo, esta clasificación del amor es, en esencia, discriminatoria y puede llevarnos a jerarquizar la manera en que lo expresamos y lo sentimos.

Independientemente de la forma de amor o de cómo la entendemos, todas las formas de amor tienen como factores comunes el respeto, la empatía y la tolerancia. Comenzamos respetando a quien amamos, nos sentimos identificados, experimentamos admiración y entendimiento, y aceptamos aquello que no nos daña ni nos lastima. Cuando amamos, nos entregamos, y solo lo hacemos si sabemos que seremos respetados, apreciados y comprendidos. Si es así, el amor mutuo se mantiene en el tiempo, perdura y crece.

Nuestro amor por los demás no debe ser un amor sacrificado, obligado o perjudicial, ya que eso no nos hará felices. Debe comenzar por el amor propio y brindarnos tranquilidad.

Lo anterior garantiza que no haremos a nadie nada que no queramos que nos hagan y nos llevará a un crecimiento progresivo, haciéndonos cada vez mejores personas y generando beneficios tanto personales como colectivos. Al alcanzar nuestro bienestar personal sin perjudicar a nadie y al lograr nuestras metas y objetivos en conjunto, por el bienestar de todos, estaremos dando un paso adelante hacia el bienestar del planeta.

Hay un dicho popular que refleja muy bien todo lo anterior: “Una mano lava la otra y las dos lavan la cara”. Si lo aplicamos al amor y adaptamos la metáfora, podríamos decir que el esfuerzo colectivo puede mejorar nuestras condiciones de vida como sociedad.

La próxima sección trata sobre el amor por el planeta y es complemento y continuación de esta.

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¡Gracias y hasta la próxima!

cover photo by @myfrank_ (Frank Hernandez)

Trío de amores

Por nosotros mismos, por los demás y por el planeta.

Para no hacerlo tan pesado de leer, voy a intentar expresar en tres secciones separadas todo lo que considero necesario para ser plenamente felices. Estas serían el equilibrio entre el amor por nosotros mismos, el amor por los demás y el amor por el planeta, lo cual tendría consecuencias directas sobre el medio ambiente. Para leer cada sección, solo sigan la continuidad cronológica de los posts o los links en el menú BLOG debajo de esta introducción.

A esta trilogía he decidido titularla “Trío de Amores”, sin doble intención, porque sería el trío perfecto: amor propio, amor por los demás y amor por el planeta. ¿Qué más podemos pedir? En conjunto, este trío de amores haría de este un mundo perfecto.

Como saben, no soy un experto en psicología o sociología, pero el haber comenzado este viaje me ha permitido aprender un montón sobre el ser humano y, más que nada, sobre mí mismo. En este corto periodo de tiempo, he cambiado mi perspectiva sobre la vida, y es algo que, por mi naturaleza, siento la necesidad de compartir. También, producto de la “casualidad” o la “causalidad”, a uno le van llegando las cosas en su momento: información importante, información que te da herramientas y te cambia para bien. Es cierto que uno va recorriendo caminos y aprendiendo, pero ahora es distinto.

Estaré haciendo referencia a movimientos y personas que me han inspirado e influenciado, movimientos que han permitido un cambio de conducta capaz de generar mucha satisfacción personal y colectiva. También haré mención de formas de pensar que han evolucionado producto de la insatisfacción y el malestar, al darse cuenta de que se vivía cometiendo errores de forma consciente, y en las cuales me vi reflejado.

Espero, de corazón, poder ser un catalizador de acciones que generen un cambio. Si existe una sola persona que se interese y vea el potencial que esta visión de la vida posee sobre nuestro bienestar, me daré por satisfecho. Me sentiré muy feliz. Este planeta necesita un cambio. Nuestra sociedad necesita un cambio urgente, donde se consiga un equilibrio que nos beneficie a todos por igual. No sé cuál es la fórmula perfecta, pero estoy seguro de que el amor es un ingrediente fundamental.

¡Gracias y que los disfruten!

Photography by Frank Hernández @myfrank_