Trío de amores

Por nosotros mismos, por los demás y por el planeta.

Para no hacerlo tan pesado de leer, voy a intentar expresar en tres secciones separadas todo lo que considero necesario para ser plenamente felices. Estas serían el equilibrio entre el amor por nosotros mismos, el amor por los demás y el amor por el planeta, lo cual tendría consecuencias directas sobre el medio ambiente. Para leer cada sección, solo sigan la continuidad cronológica de los posts o los links en el menú BLOG debajo de esta introducción.

A esta trilogía he decidido titularla “Trío de Amores”, sin doble intención, porque sería el trío perfecto: amor propio, amor por los demás y amor por el planeta. ¿Qué más podemos pedir? En conjunto, este trío de amores haría de este un mundo perfecto.

Como saben, no soy un experto en psicología o sociología, pero el haber comenzado este viaje me ha permitido aprender un montón sobre el ser humano y, más que nada, sobre mí mismo. En este corto periodo de tiempo, he cambiado mi perspectiva sobre la vida, y es algo que, por mi naturaleza, siento la necesidad de compartir. También, producto de la “casualidad” o la “causalidad”, a uno le van llegando las cosas en su momento: información importante, información que te da herramientas y te cambia para bien. Es cierto que uno va recorriendo caminos y aprendiendo, pero ahora es distinto.

Estaré haciendo referencia a movimientos y personas que me han inspirado e influenciado, movimientos que han permitido un cambio de conducta capaz de generar mucha satisfacción personal y colectiva. También haré mención de formas de pensar que han evolucionado producto de la insatisfacción y el malestar, al darse cuenta de que se vivía cometiendo errores de forma consciente, y en las cuales me vi reflejado.

Espero, de corazón, poder ser un catalizador de acciones que generen un cambio. Si existe una sola persona que se interese y vea el potencial que esta visión de la vida posee sobre nuestro bienestar, me daré por satisfecho. Me sentiré muy feliz. Este planeta necesita un cambio. Nuestra sociedad necesita un cambio urgente, donde se consiga un equilibrio que nos beneficie a todos por igual. No sé cuál es la fórmula perfecta, pero estoy seguro de que el amor es un ingrediente fundamental.

¡Gracias y que los disfruten!

Photography by Frank Hernández @myfrank_

Prejuicios y discriminación: cuando lo inaceptable se normaliza

Tendemos a clasificarnos en categorías sociales, raciales y de género, excluyéndonos, dividiéndonos y, por tanto, debilitándonos. En este sentido, la discriminación es negativa y nos perjudica a todos.

Si hay algo que me agrada y me engancha de hacer esto, es aprender sobre nuestras conductas como individuos y como sociedad. Comprender que, si voy a tomarme en serio esto de intentar hacer algo, esto de poner un granito de arena que ayude a cambiar las cosas para mejor, entonces debo comenzar por mí mismo y entenderme como ser humano.

Gracias a documentos maravillosos publicados por expertos, gente increíble que está allá afuera investigando y viviendo experiencias fascinantes, me he convertido en un adicto al estudio de la sociedad integrada por seres individuales distintos, pero a su vez muy parecidos.

Leyendo sobre discriminación y prejuicios, pensaba en lo similares que son todas las sociedades en cuanto a estos aspectos y en lo diferente que nos comportamos como individuos cuando no estamos bajo la presión de nuestro grupo social.

Mi experiencia, tanto en grupos multiétnicos como en el trato individual con personas de orígenes y culturas distintas, me demuestra que, aunque teóricamente estas conductas negativas cumplen un aparente fin en el equilibrio social u orden natural, la mayoría de las personas preferimos y deseamos llevarnos bien sin importar nuestras diferencias.

He experimentado la discriminación personalmente y estoy seguro de que, en algún momento, también he discriminado a otros, pero hoy entiendo por qué y también entiendo que hay alternativas que dan mejores resultados para la sociedad.

Justo anoche, y como una gran casualidad, pude ver un documental llamado Des-honestidad: La verdad sobre la mentira, presentado por el economista del comportamiento Dr. Dan Ariely. En él se entrelazan historias personales, opiniones de expertos, experimentos de comportamiento y material de archivo para revelar cómo y por qué la gente miente. La conclusión que más me sorprendió fue cómo, en ciertas circunstancias, mentir es socialmente aceptado hasta que la mentira crece demasiado, se sale de control y quien paga es el individuo, no la sociedad. La tendencia general en todos los casos fue: “Si lo hacen los demás, está bien que yo lo haga”.

El caso es exactamente el mismo en cuanto a los prejuicios y la discriminación.

En un artículo publicado en la Revista de Psicología de la Universidad de Antioquia, el profesor PhD Óscar Navarro Carrascal y otros colaboradores, en su estudio titulado La discriminación social desde una perspectiva psicosociológica, explican cómo la discriminación tiene sus orígenes en los estereotipos y en los prejuicios que heredamos históricamente y que forman parte de nuestra cultura.

El Dr. Navarro expone que factores individuales como el fracaso y la baja autoestima, aunque no son los únicos, pueden derivar en un comportamiento discriminatorio como resultado de la frustración personal. Es decir, discriminamos al no aceptar nuestros fracasos como propios, sino como culpa del otro. Entiéndase bien que esto se refiere al aspecto social. Estas conductas se transforman en valores sociales que se transmiten de generación en generación y pasan a formar parte de la cultura.

Básicamente, discriminar al otro, producto de la herencia histórico-cultural, nos hace sentir pertenecientes a nuestro grupo social. Un buen ejemplo es cuando nos convertimos en fanáticos de un equipo deportivo y estamos en el estadio presenciando un juego en el que ocurre lo que consideramos una injusticia para con nuestro equipo. Como colectivo, rechazamos al otro equipo y a sus fanáticos; en casos extremos, las cosas pueden incluso tornarse violentas al encenderse esa pasión irracional que nos hace humanos. Sin embargo, quizá nos llevemos bien con una persona que, sin nosotros saberlo, pertenece al otro equipo, pero a quien hemos conocido en circunstancias agradables. Descubrimos que comparte nuestra pasión por el deporte y sentimos empatía. De pronto, ya no es tan importante la preferencia por tal o cual equipo, sino nuestra percepción del individuo fuera del contexto y la circunstancia social específica.

La discriminación es, en principio, una cualidad positiva, ya que nos permite elegir entre aquello que nos beneficia o nos perjudica. El problema surge cuando se discrimina sin considerar los aspectos positivos que podrían aportarnos una persona o un grupo de personas, es decir, cuando anteponemos los prejuicios sin establecer una comunicación que nos permita conocer y comprender al otro.

Photo by Masha

Tendemos a clasificarnos en categorías sociales, raciales y de género, excluyéndonos, dividiéndonos y, por tanto, debilitándonos. En este sentido, la discriminación es negativa y nos perjudica a todos.

De manera sorprendente y reveladora, el estudio de Navarro cita: “Las investigaciones han demostrado que las personas que más se conforman a las normas sociales son aquellas que más tienden a tener prejuicios hacia los demás”. Lo interesante es que otro aspecto que se produce culturalmente y deriva en la discriminación es la formación de estereotipos, con los cuales establecemos la clasificación mencionada anteriormente. Los estereotipos vienen prefabricados en la herencia cultural y son afianzados por las normas sociales del grupo.

La discriminación se fundamenta en la desigualdad de poder, donde quien es discriminado no tiene o no ejerce el poder para ser percibido como igual.

En los niños, la discriminación social, racial o de género no aparece si no es introducida por el adulto. Al niño no le importa el color, la raza, el género ni el estrato social al que pertenecen sus compañeros de juego. Los niños juegan y se divierten por el simple placer de reír y compartir el momento de alegría que les deja la experiencia del juego.

En la segunda parte de esta bitácora, la cual dedicaré a las fórmulas positivas, las acciones de cambio y las experiencias transformadoras, profundizaré en cómo es posible evitar los conflictos y las diferencias que nos llevan al desamor, a la tristeza, a la exclusión y a la depresión, tanto a nivel individual como grupal o social. Ya no tocaré los aspectos negativos; solo me enfocaré en el cambio, en la acción y en el logro de la felicidad.

Voy a hacer un paréntesis en este momento para informarles que este sería el último de los cinco primeros artículos que considero introductorios y cuya intención es dejar claro, en el ámbito de las definiciones, los conceptos sobre los cuales se fundamenta la bitácora de El Poder Infinito. Quise dejar como cierre este artículo referente a la discriminación porque la considero como la esencia detrás del odio. Son los prejuicios, producto de nuestras propias frustraciones o heredados de nuestra cultura, los que generan el rechazo al otro y, como consecuencia, nos impiden entenderle, acercarnos, comprenderle.

La respuesta ya la tenemos más o menos clara: es el amor. ¿Pero cuántos tipos de amor existen? ¿Cuántas formas de amor, cuántas maneras de amar por tantas cosas tangibles e intangibles que nos hacen felices? ¡Ya lo descubriremos!

El amor es la respuesta.

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¡Gracias y hasta la próxima!

Amor, creatividad y educación: la fórmula para una sociedad feliz

¿Qué sistemas educativos permiten al ser humano sentirse feliz? La respuesta es simple: Aquellos que generan en las personas un sentimiento de afecto, inclinación y entrega.

En la entrega anterior, hablamos sobre países, ciudades y pueblos cuyos estándares de vida ofrecían a sus ciudadanos niveles de felicidad que, en comparación con otros, producían un menor índice de criminalidad y una convivencia más armónica. Estos países tienen en común aspectos como educación de calidad, lugares de esparcimiento, buena gastronomía y un sistema de salud pública eficiente. El resultado: ciudadanos que se sienten identificados con su región y aman el lugar donde viven.

El amor ha sido una palabra frecuente en esta bitácora, que busca frenéticamente expresar lo importante que es dicho sentimiento en nuestras vidas. Pero tanto hablar y hablar, y nada de explicar qué es. ¿Sabemos realmente qué es el amor? Cada quien siente y expresa el amor a su manera, ¿pero qué es?

Para nuestros efectos, esta es la definición que lo explica mejor: sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.

Afecto, inclinación y entrega: allí está el secreto.

No podría haber algo como expresar amor haciendo daño; eso sería odio. Pero, para quedar claros, definamos odio: aversión hacia algo o alguien cuyo mal se desea. Si deseamos mal, no amamos. Cabría preguntarse: ¿por qué no amar si odiar nos hace tanto daño? Si sentimos afecto, inclinación y entrega por nuestros semejantes, por nuestro pueblo y por lo que hacemos, entonces somos felices.

Lo arriba expuesto se logra con el ejemplo y cariño de nuestros padres, así como con un sistema de educación adecuado donde se expliquen los valores esenciales de convivencia y se pongan en práctica. Para ello, también habría que educar al educador, al padre, a quien esté a cargo de la formación de otra persona. Solo si el educador se identifica con dichos valores podrá entonces transmitírselos a sus alumnos, a sus hijos, a sus semejantes.

Solemos pensar que nuestro criterio individual es el correcto, especialmente cuando lo basamos en nuestro éxito económico. Tendríamos que preguntarnos si nuestra posición es lo suficientemente exitosa como para también afirmar que somos felices. Al final, poco importa qué hacemos en el ámbito profesional; lo importante es determinar si estamos satisfechos con nuestros logros y si quienes nos rodean se benefician de ellos, los hace felices y les produce un sentimiento de afecto, inclinación y entrega.

¿Qué sistemas educativos permiten al ser humano sentirse feliz? La respuesta es simple: aquellos que generan en las personas un sentimiento de afecto, inclinación y entrega.

Durante mi adolescencia, tuve una gran suerte: fui conejillo de indias de un sistema educativo cuyo objetivo era enseñar a los niños a pensar. Sí, no a memorizar, no a creer ciegamente, no a obedecer sin cuestionar; nos enseñaron a pensar. Ello nos llevó a descubrir el poder de nuestra capacidad de discernir. Los principios básicos de este sistema educativo eran dos: PNI y CTF.

PNI (Positivo, Negativo e Interesante) y CTF (Considerar Todos los Factores) son estrategias de análisis de ideas o hechos que nos permiten tener una visión más clara y así tomar decisiones más acertadas en caso necesario.

PNI:

  • P = Positivo: Los aspectos positivos de una idea, razones por las cuales nos gusta o parece beneficiosa.

  • N = Negativo: Los aspectos negativos de una idea, razones por las cuales nos disgusta o parece perjudicial.

  • I = Interesante: Los aspectos que despiertan nuestro interés sobre esa idea.

Por ejemplo: “Se deben eliminar todos los asientos de los autobuses.”

  • Positivo: Podrían caber más personas en un autobús, sería más sencillo subir y bajar, y sería más económico fabricar y reparar los autobuses.

  • Negativo: Los ancianos y las personas con discapacidad no podrían utilizar los autobuses, los pasajeros se caerían si el autobús se detiene abruptamente, y sería muy difícil llevar las bolsas con las compras o los niños pequeños.

  • Interesante: Podría traer como consecuencia la fabricación de dos tipos de autobuses: unos con asiento y otros sin ellos. El mismo autobús podría realizar más viajes. La comodidad tendría menos importancia en un autobús.

CTF (Considerar Todos los Factores):
Aunque es imposible considerar el 100 % de los factores sobre una idea, analizar la mayor cantidad posible nos ayuda a prever consecuencias no deseadas al tomar una decisión. Por ejemplo, si se decide fabricar todos los autobuses sin asiento y no se consideran los factores que afectan al usuario, al tráfico de la ciudad, a la economía, etc., las consecuencias podrían ser caóticas.

Haciendo clic aquí podrán ver ejemplos sobre PNI y CTF

El sistema se basa en los estudios e investigaciones realizados por catedráticos como la profesora Margarita A. De Sánchez y Edward De Bono, entre otros colaboradores y educadores preocupados por despertar la creatividad y el desarrollo de las habilidades del pensamiento.

Por razones que desconocía en aquel momento, el sistema fue suspendido pocos años después de que yo egresara de la escuela.

El resultado obtenido para aquel grupo de jóvenes, entre los cuales yo me encontraba, fue maravilloso. Se generó una sinergia sin precedentes en el centro educativo, con resultados tan positivos que mis compañeros y yo regresábamos a la escuela después de clases aunque no tuviésemos ninguna actividad específica que hacer. Creció en nosotros un amor y un sentido de pertenencia hacia una institución de la cual no queríamos despegarnos; queríamos estar allí, rodeados de esos muros que nos produjeron tantos sentimientos positivos y entre los cuales profesores y maestros nos enseñaban no solo conocimientos, también valores y principios que aún hoy rigen nuestras vidas.

Esa fue mi experiencia. Estoy seguro de que no es la única y de que no es un sistema perfecto, pero nos producía satisfacción y despertó en mí la necesidad de intentar ser mejor, al menos lo mejor que yo pudiese ser, e incentivó en mí la creatividad y el deseo de aprender.

La creatividad permite producir cosas inexistentes y mejorar las preexistentes. Las consecuencias son el desarrollo tanto personal como socioeconómico y, por ende, el bienestar general. Los sistemas educativos ideales permiten al individuo desarrollar su creatividad y con ella producir un impacto positivo en la sociedad.

La educación comienza en el hogar, pero es necesario que las instituciones educativas refuercen el aporte de los padres con estrategias que desarrollen aún más al individuo y lo formen para crear una sociedad armónica, no anárquica. La anarquía y el caos solo generan la destrucción de las estructuras y la desolación del individuo. Es necesaria una formación social, moral y cívica para formar a un individuo y una sociedad feliz.

En la próxima entrega hablaremos sobre la ciencia detrás del amor, las nuevas investigaciones sobre cómo se producen nuestros sentimientos: ¿son solo algo espiritual o hay más detrás de ellos?

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