El Amor al Aprendizaje: La Clave para Perfeccionar Cualquier Habilidad

Toda habilidad que deseamos desarrollar y perfeccionar requiere de la práctica disciplinada de todos los aspectos que la componen.

Desde el principio de nuestras vidas, o quizás incluso antes, según algunas teorías, nuestro cerebro comienza a captar estímulos del entorno que se convierten en experiencias y, por ende, en aprendizaje. La capacidad de este órgano para acumular información es incalculable, pero no toda la información que obtiene del entorno es comprendida o procesada para su uso adecuado.

De los padres aprendemos el valor del amor y también del castigo, con lo cual vamos formando el carácter y la personalidad. Va a depender de cómo comprendemos la intención de esos mensajes de amor y castigo, el poder sacarles provecho o no, y si los utilizamos a favor o en contra de nosotros mismos.

De la escuela aprendemos a utilizar la información plasmada por otras personas en los libros, con la cual se ha construido y destruido nuestro mundo. También se aprenden valores y anti-valores, pero lo más importante es si nuestros maestros y maestras nos han permitido obtener esa información de manera que no solo nos sea útil, sino que el proceso de aprendizaje nos haya dejado una grata experiencia.

De las gratas experiencias quedan recuerdos placenteros que asociamos con bienestar, amor y felicidad. De las experiencias no tan gratas solo queda el sabor amargo de un mal recuerdo, que generalmente asociamos con malestar y amargura. Es por ello que, cuando volvemos a ver a un maestro o maestra que nos dejó un buen recuerdo de amor y aprendizaje, nos emocionamos y queremos darle un abrazo. Lo contrario ocurre cuando vemos a un profesor o profesora que nos amargó la vida, para simplemente vernos sufrir; a esos solo queremos evadirlos, y si los saludamos, lo hacemos por educación, no por aprecio.

En fin, el aprender tiene sus dos caras, la buena y la mala, pero eso no es tan importante como haber comprendido correctamente lo que se nos enseñó y, por ende, ser capaces de tomar mejores decisiones que nos permitan crecer positivamente, tomar decisiones acertadas y hacer nuestro trabajo de manera óptima.

Existen metodologías de pensamiento y aprendizaje que nos permiten un mejor aprovechamiento del conocimiento y la experiencia, generando hábitos que nos acercan más a su uso adecuado. Estas metodologías están comprobadas tanto científica como empíricamente y se han aplicado exitosamente en programas educativos alrededor del mundo.

En esta oportunidad, nos enfocaremos en las teorías de tres expertos en educación: la Sra. Margarita Sánchez, especialista en el desarrollo de las habilidades del pensamiento y el aprendizaje; el Sr. Edward De Bono, especialista en metodologías del pensamiento creativo y productivo, y en cómo aprender a pensar; y el Sr. Bob Samples y sus investigaciones sobre la mente metafórica.

Primera y segunda etapa: Observación y Procesamiento de la Información

El pensamiento es un fenómeno que aún no puede explicarse completamente. Biológicamente, se atribuye a la conexión entre las neuronas dentro del cerebro y su interacción durante dicho proceso. Pero el pensamiento requiere de la búsqueda de la información almacenada en el cerebro y su comparación con el estímulo que origina dicho pensamiento. La experiencia se mezcla con los recuerdos, y es allí donde todo se complica, porque hay mucho de lo que ocurre en ese momento que aún no comprendemos por completo.

Sin embargo, ese no es el tema que nos ocupa en este caso. Lo que nos interesa es aprender a procesar correctamente la información que recibimos para luego aplicarla de tal manera que se nos haga cada vez más fácil aprender. Y, finalmente, utilizar mejor los conocimientos adquiridos mediante el aprendizaje.

A aquellos de nosotros que nos gusta estudiar y aprender, nos catalogan como “nerds” o “cerebritos”. Esto puede ser incómodo durante la infancia, pero los beneficios a futuro superan cualquier vergüenza que hayamos sentido de niños. Las emociones y los sentimientos son una parte muy importante del proceso. Si hacemos caso omiso a las burlas infantiles y utilizamos todas nuestras emociones en favor del aprendizaje, habremos valido la pena.

Querer aprender a temprana edad no es cosa fácil, pero el esfuerzo vale la pena.

Somos seres racionales y emocionales. Al final, todo es un poco lo mismo; el proceso dentro del cerebro es, en esencia, igual para lo racional y para lo emocional. Sin embargo, el pensamiento racional tiende a evitar, en lo posible, las emociones, es decir, las reacciones instintivas y hormonales abruptas que no pasan por un análisis. Dicho esto, es muy importante entender que ambos aspectos —racional (analítico) y emocional (hormonal)— son igual de importantes y positivos para el aprendizaje y la toma de decisiones.

El pensamiento racional es en gran parte metódico; es decir, pasa por un proceso de análisis de los posibles factores influyentes, y es, además, consciente, es decir, se realiza de manera que estamos al tanto de ello. El pensamiento emocional, en cambio, es menos consciente, es instintivo y no pasa por el meticuloso proceso del análisis. En ambos casos, se atraviesa por dos procesos importantes: primero, la observación, que nos permite recibir información a través de todos los sentidos y de manera instintiva; y segundo, el procesamiento racional y analítico de la información recibida a través de la observación.

Ver la figura 1.

Figura 1. Observación y Procesamiento de la Información

El primer paso no requiere mayor esfuerzo, excepto el de prestar atención. El segundo paso sí requiere comparar, relacionar, clasificar, describir y verificar la información para que sea de utilidad correcta. Es importante ejercitar el procesamiento de la información de manera metódica, escribiendo detalladamente lo que aparece en cada actividad del pensamiento, desde la comparación hasta la verificación. Si es posible, anota cada detalle utilizando papel y lápiz, la computadora o el celular, según lo que te resulte más cómodo.

Prestar atención y procesar la información es algo tanto racional como emocional

Tercera etapa: PNI y CTF (Evaluación y Análisis de la Información)

El considerar todos los factores y evaluar lo positivo, negativo e interesante de cada caso dependerá del éxito o fracaso de las decisiones que tomemos al aplicar las habilidades del pensamiento y el aprendizaje, lo que también podemos llamar “conocimiento”.

Aunque no podemos prever el cien por ciento de las posibilidades, esta metodología permite minimizar el riesgo de fracaso en las decisiones que tomemos y desarrollar un hábito de pensamiento y análisis verdaderamente positivo.

Considerar todos los factores implica el uso racional y lógico de nuestro pensamiento, lo que se conoce como pensamiento convergente, y busca evitar la influencia del instinto. Lo ideal es enumerar tantos factores influyentes como sea posible, para tener una visión lo más clara y objetiva de la situación, de manera imparcial y sin consideraciones personales. Evaluar los aspectos positivos, negativos e interesantes de la situación nos permite hacer uso de nuestro pensamiento divergente o lateral, en el que se involucran las preferencias personales y las sensaciones emocionales respecto a lo evaluado.

Lo anterior constituye un análisis profundo que nos permite evaluar detallada, racional y emocionalmente la situación, el problema o asunto sobre el cual tomaremos una decisión o ejecutaremos una tarea.

Figura 2. PNI y CTF (Evaluación y Análisis de la Información)

Cuarta etapa: Desarrollo de las habilidades del pensamiento

Toda habilidad que se desee desarrollar y perfeccionar requiere de la práctica disciplinada de todos los aspectos implicados en la misma.

La puesta en práctica de las primeras tres etapas nos permitirá desarrollar la habilidad de hacer lo mejor en cada situación que requiera tomar una o varias decisiones, o en la ejecución de una actividad, proceso o tarea. El desarrollo de esta habilidad, con el tiempo, se transformará en un hábito de pensamiento que eventualmente se convertirá en una rutina instintiva, que no requerirá mayor esfuerzo.

Lo más interesante es que llega un momento en que no podremos hacerlo de otra manera, porque se habrá internalizado como un hábito de vida. Llegaremos a disfrutar del proceso, hasta el punto de amarlo, ya que los resultados positivos serán la recompensa de dicho hábito.

La maestría de una habilidad tiene resultados positivos a futuro

Quinta Etapa: La acción (Trabajar y Jugar)

Las primeras y segundas etapas ejercen una influencia importante sobre la tercera, el análisis, que a su vez tendrá un impacto determinante en la quinta etapa: la acción. La cuarta etapa requiere del perfeccionamiento de las primeras tres y, de igual forma, es fundamental para los resultados de la quinta etapa. Es decir, todo el proceso es crucial para que los resultados sean óptimos.

Una vez tomada la decisión, tras el análisis profundo realizado, llega el momento de la acción. Pasamos a la parte productiva, donde se ejecuta el proceso, se aplica un procedimiento, se produce o se crea cualquier cosa.

Durante esta etapa, estaremos aplicando de manera habitual todas las etapas anteriores y aprendiendo constantemente, ya que siempre realizaremos un análisis de todo lo que ello implique, sin que esto nos incomode o canse, porque se volverá prácticamente involuntario.

Los resultados serán la recompensa.

Los expertos recomiendan una acción consciente e instintiva, alternando entre el trabajo y el juego, para que nuestro pensamiento fluya creativamente hacia la solución de los problemas y nos permita una mayor productividad.

Todo esto resulta en el amor por el aprendizaje y en un pensamiento productivo, constructivo, creativo y pertinente, que genera bienestar y satisfacción.

Figura 3. La acción (Trabajar y Jugar)

REFERENCIAS:

Samples, B. (1976). La mente metafórica. Addison Wesley Publishing Company.

Margarita (1991). Desarrollo de habilidades del pensamiento. Editorial Trillas Sa de Cv.

Edward De Bono (2010). El curso de pensamiento de De Bono. Harlow: Bbc Active.

Fotografía de portada: Fernando Hernández

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