Amor propio

Comencemos por el principio…

Si los demás exigen respeto, tú mereces respeto.
Si los demás exigen tranquilidad, tú mereces tranquilidad.
Si los demás exigen salud, dinero y amor, ¡exígelo tú también!

Exige para ti lo que todos merecemos, pero sin dañar a nadie.

Empecemos por el amor propio, probablemente el más difícil de todos. Preguntémonos: ¿qué evita que sintamos amor propio? Bien, desde niños somos educados y formados por nuestros padres, familiares y maestros, muchas veces de modo estricto, rígido y apremiante, donde se pone en duda nuestra capacidad de hacer las cosas de acuerdo con lo esperado. Se espera una conducta de nosotros que nos confunde y deprime al no poder satisfacer las necesidades de los demás, y sin darnos cuenta, ello va dejando una huella negativa dentro de nosotros; huella que marca el resto de nuestra existencia.

Esa percepción negativa sobre nosotros mismos, que puede ser consciente o inconsciente, siempre nos afecta e influye en nuestros actos, relaciones y logros. Superarlo no siempre es sencillo, sin embargo, puede intentarse, y si se insiste y se persevera, podemos vencer los miedos, la rabia y las frustraciones, superando las debilidades aprendidas.

¿Cómo superamos la ausencia de amor propio? Entendiendo que, sin importar lo que piensen los demás, todos tenemos la capacidad y el talento para lograr nuestras metas y objetivos. Nadie, excepto nosotros mismos, puede impedirnos crear las condiciones que nos lleven a entendernos, aceptarnos y comprender lo buenos, talentosos y capaces que somos. Todos tenemos talentos, todos tenemos capacidades. Lo importante es valorarnos, apreciarnos y sentir empatía por nosotros mismos, sin caer en la arrogancia.

Comencemos por entender que nada de lo que pudo pasarnos, nada de lo que nos hayan hecho, dicho u obligado a hacer, puede cambiarse; lo que sí puede cambiarse es la forma en que hacemos y vemos las cosas a partir de ahora, nuestro amor propio a partir de hoy.

Detengámonos un momento a pensar en nuestras capacidades, aspectos positivos y talentos; preguntémonos: ¿qué nos gusta hacer?, ¿qué cosas disfrutamos?, ¿qué nos llena de felicidad cuando nadie nos ve?

Enfoquémonos primero en aquello que nos brinda satisfacción personal.

Una vez hecho lo anterior, HAY QUE TOMAR LA DECISIÓN y hacer lo posible por vivir a través de esas cosas que nos gustan, que nos producen felicidad. Al enfocarnos en ello, al darnos cuenta de que somos capaces y talentosos, empezaremos a dejar de sentir rabia, frustración y celos, y el amor propio comenzará a fluir. Puede llevarnos tiempo, pero es totalmente posible, y con determinación nada nos detiene.

Sentirnos bien, por difícil que sea inicialmente, es fundamental. Insistamos en valorar los aspectos positivos de nuestra personalidad, démosles el peso justo en nuestros pensamientos y no permitamos que nadie nos haga dudar al respecto.

El amor propio nos lleva a preguntarnos: ¿necesitamos algo más? Si nos detenemos a pensar, nos damos cuenta de que solo necesitamos aquello que nos hace felices. Es difícil entender que no se requiere mucho más. Es redundante, pero la felicidad se resume en aquello que simplemente nos hace sonreír, nos da alegría y nos aleja de sentimientos negativos.

Una vez conquistada la colina de nuestros talentos, una vez ganada la batalla contra nuestras inseguridades aprendidas, una vez en paz con el pasado, estaremos a un paso del amor verdadero. Cuando apreciemos lo bueno que somos en algo, por algo y para algo, habremos ganado la guerra contra nuestra propia discriminación. Amarnos a nosotros mismos con humildad y paciencia nos llevará a crecer y a poder amar a los demás de la misma forma.

Es hora de actuar.

La próxima sección trata sobre el amor por los demás y es complemento y continuación de esta.

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¡Gracias y hasta la próxima!

Cover photography by Frank Hernández @myfrank_

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